La provincia de Burgos es uno de los mejores lugares españoles para respirar la cultura, descansar, disfrutar de los asados y legumbres de la tierra.
La cocina de esta provincia, es creación de productos auténticos, naturales, capaz de hacer sentir el placer de comer. Platos poco sofisticados, que sin embargo se adaptan muy bien a las corrientes modernas. Demuestran que incluso son compatibles con una dieta cuidada y sana, que dejan ver los entresijos de nuestra tradición popular.
De las carnes, la reina de todas las que se consumen en la provincia castellana, es la de cordero. Del cordero se aprovecha prácticamente todo: las cabezas asadas al horno, se guisan las manitas en variadas preparaciones y los riñones a la plancha son un bocado excelente. El lechazo es toda una institución en toda la provincia, y en Aranda y Lerma, plato obligado. No obstante, en una cocina recia, de platos fuertes y abundantes, el cordero no es la única carne que podremos encontrar. La carne de cerdo y todas las elaboraciones que se hacen con el producto de la matanza, los embutidos, especialmente la morcilla y los chorizos de Villarcayo y una muy sabrosa carne de vacuno ofrecen un buen repertorio proteico.



Sopa de ajo castellana con morcilla

INGREDIENTES (para 4 personas)
1 litro de caldo de carne.
½ litro de agua.
50 gramos de tocineta adobada.
50 gramos de Chorizo.
100 gramos de morcilla de Burgos.
4 dientes de Ajo.
100 gramos de Pan duro.
1 Huevo.
4 cucharadas de Aceite de oliva.
Sal.

CÓMO SE ELABORA:
En una cazuela calentamos el aceite de oliva y una vez caliente agregamos los dientes de ajo.
Cuando empiecen a dorarse añadimos la tocineta cortada en dados, el chorizo cortado en dados también y sin piel y lo sofreímos junto a los dientes de ajo.
Agregamos el pan cortado en rodajas muy finas y freímos con el resto de ingredientes.
Cubrimos con caldo de carne, sazonamos y dejamos cocer durante 20 minutos, removiendo de vez en cuando rompiendo el pan hasta que se forme una crema.
Si queda demasiado espesa, aligeramos con un poco de agua.
Una vez tengamos la sopa de ajo con la consistencia deseada (debe quedar espesa casi como si fuese una crema), añadimos el huevo batido y removemos dentro de la sopa para que nos quede cuajado pero en hilitos.
La morcilla la cortamos en finas rodajas y la freímos vuelta y vuelta en una sartén con muy poco aceite, escurrimos y añadimos una rodajita de morcilla a cada plato.
Servimos muy caliente.